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CUENTOS DE TANGER

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Esta colección de once cuentos alberga estilos y géneros muy distintos que completan un mosaico tangerino en el que no falta el judío, el árabe, el francés, el inglés, sus idiomas, los negocios clandestinos, el contrabando, las casas de citas, las profesiones del día a día. La suma de cada uno de los relatos configura la diversidad de la ciudad de Tánger y las muy distintas caras que se adivinan en el Bulevar Pasteur, en la cuesta de los Siaguines, en el Café l’Univers, por entre las calles de la Medina. Juan Vega penetra en los recovecos de cada uno de los personajes para presentarnos la imagen, su imagen, de las costumbres de cada aspecto de la sociedad.

José Manuel Goñi Pérez

 

 

 

 

 

edición e introducción : José Manuel Goñi Pérez

prólogo : Sonia García-Soubriet

 

Juan Vega Montoya

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Nacido en Utrera (Sevilla) en 1932, Juan Vega Montoya llegó a Tánger con cuatro años. Allí cursó sus estudios primarios en la escuela de la Alianza Israelita y posteriormente obtuvo el Diploma de Estudios Comerciales en el LycéeRégnault. Su vida profesional se desarrolló en Tánger, Casablanca, Tetuán(Marruecos) y Pau (Francia). Al retirarse de la vida activa pudo dedicarse a satisfacer su mayor afición, la escritura. Con su relato corto en francés Comme un coup de vent ganó el concurso literario Un chemin, une histoire organizado por el popular semanario francés Le Point. En el año 2000 escribió su primera novela en español El último verano en Tánger. Tres años más tarde vio la luz una segunda novela, esta vez en francés: Il était une fois Tanger.


 

Antonio Guerrero Pinín

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Antonio Guerrero Pinín nació en Málaga en 1932. Llegó a Tánger de niño y allí transcurrió su infancia y su adolescencia, correteando por las calles de la medina y frecuentando los clubes de jóvenes con suíntimo amigo, el autor de estos cuentos. Sus dotes de dibujante vieron la luz muy temprano y a sus ocho años ya plasmaba en las paredes de las callejuelas los personajes que más tarde serían los héroes de sus cómics.
Ha dibujado historietas para editoriales como Bruguera (Joyas de la Literatura Juvenil), Toray (Novelas Gráficas Clásicas), Valenciana, Maga o Rollán (Rock Vanguard) y, en el extranjero, para la Agencia Toutain e Impéria. Sus dibujos, de estilo clásico, fueron publicados en revistas periódicas como Mon Journal o Jaimito.
Actualmente reparte su tiempo entre España y Argentina, dedicándose casi exclusivamente a su gran pasión, la pintura.

 

 

 

Monsieur Louis era un viejo y fiel cliente de Morrongo que le permitía elegir a sus anchas entre la abundante mercancía ofrecida. Tan sólo algunas veces, cuando su ojo adiestrado juzgaba que el fruto o la legumbre seleccionada no correspondía a la calidad que su cliente merecía, el comerciante intervenía discretamente desaconsejando la elección.


—No, Monsieur Louis, estas manzanas no son para usted. Mejor, llévese esas peras. ¡Mire! ¡Mire! —y abriendo su navaja, cortaba una pera en dos, regando el suelo con su abundante jugo—. ¡Pruebe, pruebe! —invitaba, proponiéndole una mitad, mientras él engullía ruidosamente la otra.
—Sí, sí —bromeaba el francés— eres muy amable, pero después me clavarás con los precios.
—Por favor —se escandalizaba Morrongo—, sabe usted muy bien que jamás le haría eso a tan buen cliente. Una cosa es discutir los precios y otra, engañar a un amigo.
—Lo sé, Morrongo, no te enfades. Sólo bromeaba.
—Bueno, si es así, me callo —concluía el bueno de Morrongo.

Al final del mercado cubierto, antes de adentrarse en una serie de tenderetes instalados al aire libre, se encontraba la carnicería de Levy. El judío, que hablaba en francés con Mosieur Louis, conocía bien los gustos y las exigencias de su cliente

.—¿Qué me tienes reservado esta semana, Jacques? —preguntaba afrancesando el nombre del carnicero, que se llamaba Jacob.



—Hoy hay abundancia y calidad, Monsieur Louis. Tengo un solomillo entero de buey charolais que es mantequilla pura. O bien un trozo para hornear y dejarlo poco hecho. O si prefiere salir de la carne roja, una pata de cordero lechal que sólo ha visto la hierba en sueños.
—Buena idea, Jacques. A Marisa le encanta el cordero. Con un buen Beaujolais estará perfecto.
—¡Qué bien sabe usted vivir, Monsieur Louis! —lo alababa Jacques.

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© Antonio Guerrero Pinin

 

 

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